jueves, 26 de mayo de 2016

CONTEMPORÁNEOS

Estos últimos años el tiempo pasa rápido y las escrituras pasan por la cabeza y a veces no se recogen en el papel. Los avatares del trabajo, de la vida en matrimonio, las obligaciones, los palos que va dando la vida, los sobresaltos y la pérdida de seres queridos hacen que los ratos de sosiego para escribir, sean parcos y breves.


DE CONTINUO - 2012

Estaba contemplando algo extraño,
en la cotidiana salida del Sol.
Solo ante las nubes somnolientas,
desperezándose en la mañana.
Se colaba polvo de oro,
tímidamente entre ellas.
Una brisa levantaba las hojas
que un día me refrescaron la memoria.
Recuerdos de un tronco viejo
 que cobijó un ratón.
Algo me dijo el atardecer;
un día más en la mochila.



OTOÑO DE LIBRO - 2013

Sobre suaves lomas, ocres hojas,

un ocaso,

entre grises, naranja y grana,

un crepúsculo sereno

de otoño.



Tras la recolección, el otoño se apodera de los campos.
Mientras... los pinos, esperan...

que todo se vaya tiñendo de marrones y ocres.





RECUERDOS DE UNA INFANCIA PARVULARIA

                Soy de la generación del  "Baby Boom", nacido en los años sesenta. Por aquellas fechas  funcionaban en Casas Ibáñez varios centros educativos; primero, el Colegio Libre Adoptado Virgen de La Cabeza (instituto en el que se cursaba el Bachillerato antiguo con las  temidas reválidas y el  caduco PREU,  que posteriormente  pasó a ser de BUP y COU),  en segundo  término, el Colegio San Agustín (donde se impartía la clásica EGB,  cuyas dependencias estaban repartidas  entre la  parte trasera de Las Monjas, igualmente en unos locales de las "Casas Baratas", en otro inmueble de la calle Pascual Faura que también albergaba la Biblioteca Municipal y una clase de Educación Especial, más tarde Club de Jubilados y hoy Residencia de la Tercera Edad,  y  por último, a la espalda del citado instituto, la cabecera principal con ocho aulas),  asimismo  existía la Academia de Villena, también las Escuelas Parroquiales, que se encontraban en los locales de la plaza de toros, y finalmente, el Colegio del Convento de las Trinitarias. En concreto, me  voy a centrar en este último, entrañable para mí por las evocaciones que me suscita. Dos fueron los cursos que  aprovechamos en sus instalaciones, rondando los cuatro y los cinco años de edad, correspondientes a la Educación Infantil de la época, para después salir a estudiar desde sus comienzos,  la Enseñanza General Básica.  

                Cada mañana, tras el ligero desayuno y un rápido aseo por el agua tan fría, iba a llamar a mi abuela, que me esperaba para acompañarme gustosa al parvulario, cumpliendo puntualmente con el ritual de ofrecerme, simulando extraer de mi oído, una bolilla de anís, de las que acostumbraba a llevar en los bolsillos como cebo de emergencia. Ante la puerta de madera del convento moteada de clavos negros y bajo una cruz trinitaria que llamaba la atención, todavía tengo reminiscencias del sonido de la campana de la parte superior de la entrada al mismo, que tañía rauda y alegre  todos los días a la hora de la entrada. Al oír aquella música tintineante y aguda que se perdía entre el bullicio de unos párvulos deseosos de entrar,  nos ponía en alerta para ocupar el  edificio, no sin antes  recibir por parte de la monja de turno  el "Dios te salve María..."  al que  contestábamos  con nuestra voz temerosa y a la vez pueril con  un "...sin pecado  concebida". El acceso se hacía en fila y en orden, y ya en el interior, daba una sensación de  limpieza, pulcritud y pureza total, mezclada con el respiro del aroma a leña que se consumía en unas estufas enormes, o por lo menos  a mí me lo parecían,  y que  además  estaban rodeadas por una  malla circular para evitar que los  niños más curiosos comprobaran que aquello quemaba de verdad. Cada uno en su pupitre, tras colocar los abrigos en las perchas, esperaba las primeras palabras de bienvenida de Sor María Pilar... quizás... Leíamos en un libro que conservo con todo el apego, El Parvulito, además practicábamos el alfabeto con unas letras mayúsculas y minúsculas impresas en cartón redondo con fondo blanco que,  al ser mostradas y observadas junto a los gestos de las docentes, todos entonábamos al unísono. También hacíamos copias de "muestras", números, cuentas y dibujos en aquellas libretas encuadernadas en tapas de papel,  grapadas por el centro y con cuartillas amarillentas.

                El régimen disciplinario era el de aquellos tiempos, se advertía un respeto por las sayas, añadido a la sobriedad en la decoración  de las aulas, que tampoco incitaba al jolgorio; pizarras insertas en  los  muros,  escaso polvo de tiza, paredes blancas y algún santo o crucifijo creo vislumbrar en la lejanía del tiempo. El aula de castigo o "cuarto de las ratas" que así lo llamábamos, era un almacén de tocones de madera donde debían pasar la penitencia  aquellos que "se portaban mal". Había momentos de oración en los que se recitaban canciones con  las manos juntas en posición de rezar como,  "Vamos niños al Sagrario, que Jesús llorando está, pero viendo a tantos  niños, muy contento se pondrá..." Me suena lo de la leche en polvo por unos bidones de cartón que había almacenados  tras las cortinas del escenario de la parte  trasera del edificio.  El periodo de receso se atendía en un espacio pavimentado y  agradable con sombras y aromas  que proporcionaban  los frondosos árboles y plantas que allí crecían, por lo menos había uno grandísimo en el centro que nos acogía durante el juego igual que una madre protege a su prole. Los aseos estaban afuera y las monjas nos ayudaban con los engorrosos tirantes abotonados que  te mantenían todo el día el cuerpo y los pantalones sujetos a los hombros. Había otro patio de tierra en el que al fondo había un cobertizo a modo de gallinero donde las hermanas  criaban a sus  gallinas, pollos y conejos para su alimentación cotidiana, allí nos colábamos si veíamos la puerta abierta. Siempre que huelo el desinfectante Zotal viene a mi retentiva aquel porche  en forma de jaula al que estaba prohibido acercarse lo más mínimo.
                          
                Nuestra afición particular era infiltrarnos, aprovechando el trasiego del recreo, para escurrirnos por aquella escalera palaciega ligeramente en curva cuyos escalones tenían el borde redondeado facilitando la bajada al estilo tobogán. Igualmente a la salida, ante el más mínimo descuido, ya estábamos encaramados en la escalinata haciendo el deslizamiento de rigor,  donde,  si la mala suerte te acompañaba, al aterrizar te topabas  con las abarcas de cuero negro de la religiosa, que te esperaba para  echarte el rapapolvo y mandarte a tu casa más derecho que una vela. Acudíamos al cole con una carterilla de "material" con asa, porque entonces las mochilas parecían no haberse inventado. Íbamos ligeros de equipaje; el cuaderno de escritura, el texto de Álvarez, el lápiz  cilíndrico auténtico de color madera que mi padre afilaba con la navaja, un borrador y el almuerzo envuelto en un triste  papel. La vestimenta era igualmente dotada de sencillez, a parte de la indumentaria del babi a rayas; en invierno, una taleguilla de espuma en forma de tubo, un jersey casero de lana y zapatos, y nada más despuntar la primavera, unos pantaloncillos cortos casi a la altura de las ingles, la camisa y calcetines blancos con sandalias eternas.                                                                                                                                                            

                 En  estos días en que se está recopilando información sobre el Colegio Religiosas Trinitarias de Casas Ibáñez me van brotando estas resonancias que vienen en blanco y negro. En definitiva y nostálgicamente hablando, es grata la memoria que conservo de aquel lugar  que olía  a infancia, resinas, alcanfor y goma de borrar, donde el cariño y la felicidad era lo que reinaba.                                                                                                                
                                                                                                            Mayo de 2014             

 Sebastián Tolosa Cernicharo



ALBACETE EN BLANCO Y NEGRO

Años sesenta y setenta, en blanco y negro...  frescor de madrugada...castañas asadas, edificios castrenses, riego de calles con  manguera. Gente con prisa, señoritos, curas, monjas, militares, mutilados de guerra, limpiabotas, botones, porteros y porteras barriendo la puerta, adoquines y sonidos huecos de cascos equinos y galeras. Al bajar de la Requenense...  te aguardaban... la gitana canastera de luto... caramelos y peladillas, un hombre forrado de cuchillos vendía llaveros de navajillas, el olor a churros, y el seco frío te envolvían, obsequios y cajas de cuchifritos en la sala de espera del otorrino, la oscuridad del oculista, el análisis de sangre y orina, y sin música relajante en el dentista. Catedral, Altozano, Paseo José Antonio, Calle Ancha hacia el Parque, Recinto ferial, Plaza de las Carretas, Jardinillos, Pasaje Lodares. La Mayor, calle de los ladrillos, cruce con la Gran Vía, rascacielos Legorburo, ascensoristas,  "iguales para hoy en las esquinas ", plaza y mercado de abastos con campana y reloj. Alto de la Villa. Voces cazalleras... puestos de encurtidos, plátanos en rama, bacalao, gorros y guantes, carretas y motocarros, viejas posadas,  gente de afuera, venta ambulante, churrería de la esquina, chocolate y porras, lugar de tertulia, descanso de viandantes, despachaba la anciana de negro y mandil blanco con puntilla y manguitos, como las de antes. La feria, ilusión, cabalgata de manchegas, bandas de música, peñas, escaparate de pueblos, lo que flota y  lo que no flota, el callejón de la  risa, tigres y anacondas, la mujer sin cuerpo, la noria,  el laberinto, el tiovivo, el gusano del amor y  otras atracciones peligrosas, puerta de hierros. Circo  ruso, Teatro chino, algodón de azúcar,  charlatanes por doquier, vinos, cantinas y tascas, sol y moscas, cargados con regalos de tómbola, horcas o sartenes de los Redondeles, Pincho y Templete. Así era  el grisáceo Albacete... fábricas de harinas, aviones en estampida, mercados Invasores, bufidos de trenes, almorzar lomo de  matanza y una naranja  en el banco de un parque sentados enfrente, escuchando  el rumor de la fuente, mirando la Bicha de Balazote o la Dama Oferente, y visitar Simago, Legorburo, Fontecha y Cano, el estanque de los patos previamente, o  a alguna tía familiar,  ya señora de ciudad, huida por la tangente.   

 Sebastián Tolosa Cernicharo                                                                                              

 Febrero 2015







VAIVENES EN EL ANTROPOCENO

El hombre, ese simio bípedo, primate superior,
ser mágico y dueño de la naturaleza,
gregario por excelencia, pero... de contigo pero sin ti,
individual y solitario por antonomasia,
dependiente, esclavo de sus escenarios y audiencias,
confiado en sus amigos y enemigos,
receloso de los suyos,  de los cercanos embustero,
y que por desgracia...  ya olvidó hace tiempo
las comunidades públicas de su juventud ingenua,
en que todos sabían de todos y nadie de ninguno,
excepto de los claros casos raros.
Hoy, cada uno emprende su camino,
de  granuja solitario y homo sapiens,
donde nada queda oculto en un secreto a voces,
salvo lo que resulta inconfesable...
Y es en esos lugares, con un vidrio en los labios,
cuando se apoya en la barra y  no mira de frente,
donde afloran las maldades y las profundidades,
lo deshonesto y lo infame, las gracias, las bromas y las vanalidades.
Sitios de culto y ocio, rincones de encuentro y negocio,
ermitas de muchedumbre, soledad y desesperación,
donde actúa esta víctima autodepredador.



                                                               Sebastián Tolosa Cernicharo, marzo de 2015




LUNES DE MERCADILLO     -   JULIO DE 2015

Se apresuran los vecinos de los pueblos colindantes a coger la mejor sombra para su vehículo y salir como la bala de una escopeta a florear y adquirir los productos viajeros que se ofrecen en los puestos del mercadillo de los lunes. No solo es eso, se trata de demostrar que están ante una semana más en la que hay que fichar para ver a los amigos y gentes de las semanas anteriores y ponerles al día de sus proyectos o de sus conclusiones. Los oriundos también dejan sus casas temprano para comprar la fruta fresca recién llegada de la lonja y comprobar si ha venido el de Cilanco con los melocotones o el de las lechugas de Jorquera. Y después escarbar entre las ropas trasnochadas de boutique que están a precio de saldo. Tanto los de aquí como los de allá con sus atuendos cotidianos, con sus distintivos... el del sombrerete, la del moño, el del niqui eterno a rayas... se pasean de arriba a abajo y de abajo a arriba alardeando de su individualidad y lanzando al viento sus frases lapidarias y chascarrillos, su cotilleo y dicharacheo.


En definitiva, un escenario de reencuentro semanal, quincenal o mensual dependiendo de la asiduidad de cada uno, en el que comprobamos una vez más que estamos aquí con los pies sobre la tierra y que estamos vivos.




DE SALAS DE ESPERA Y BANCOS DEL PARQUE

Se suelta la lengua
y detrás de ella, la barbarie,
palabras vagas, de desecho,
de usar y tirar.
Conversación basura,
diálogo de necios
en el desierto.
Temas trascendentales
en el abismo,
que despojan a un inocente
en un santiamén.    
                               Octubre de 2015




EL PREGÓN PECULIAR DE UN SENTIR PARTICULAR

Al instante de escuchar atentamente entre la multitud asistente el discurso de  aquella mujer sacrificada, me puse manos a la obra. Agradecí su intervención en  las redes sociales con estas palabras:
 “Una gran lección fue la que nos dio anoche Mari Flor en el pregón de las fiestas de la Virgen de la Cabeza. Si ya se quedó claro con el mensaje de Iñaki el año anterior ensalzando a nuestra patrona en todos los aspectos de la vida desde que tenemos uso de razón, en esta ocasión nuestra paisana ha elevado la temperatura de tal manera, que nuestros corazones se derretían al escuchar sus palabras envueltas en sollozos y transmitirnos su devoción y la idea necesaria de unir la fe al esfuerzo, al trabajo, al sacrificio y a la bondad en esta sociedad a la deriva en que esperamos recibir sin dar nada a cambio. ¡Enhorabuena y suerte!”
Los primeros recuerdos que llamaron a mi puerta fueron aquellas fotos que conservábamos en mi casa mezcladas y sin clasificar en una caja de zapatos, entre las que me encontraba yo, en el centro, cogido de las manos de mi madre y  mi padre en la  verde pradera del parque de la ermita, por la que en aquellos tiempos discurría el pequeño arroyo que manaba de la fuentecilla entre juncos y álamos blancos, y traspasaba la  arbolada carretera por debajo del puente donde antiguamente  había un lavadero improvisado, donde en los matorrales y arbustos se tendían las sábanas blancas que ambientaban el remanso de agua con el aroma a jabón casero.
Mi afición, si se puede llamar así, por la imagen de la Virgen de la Cabeza viene de  la religiosidad de mi padre, que respetaba las fiestas de guardar y recuerdo que en casa de mi abuela paterna tenían siempre un pequeño  altar o capillita donde le rezaban a la Virgen y a otros santos y santas. Además, contaba mi padre que era aficionado a portear a la Virgen en su llegada desde la ermita, pero se fue desengañando porque en la entrada al pueblo la gente se hacinaba entre las andas para llevarla por  las calles centrales y  con el fin de  evitar disputas y al ser un hombre de extrema prudencia, cedía el puesto a los ansiosos y fervorosos presumidos que sin haber sudado ni una gota,  la entraban  por la puerta grande a la iglesia, cuando el verdadero trabajo lo hacían otros que sin  relevo la acercaban al pueblo desde su morada.
Se cerró el ciclo cuando el día de su entierro lo citó postmortem el señor párroco en el oficio de difuntos al contar que le relató que en un viaje  que hicieron juntos había alcanzado la gloria al encontrarse con la virgen verdadera en la ermita de Andújar. Pero todo esto es agua pasada que  no mueve molinos.
Otro caso me ocurrió con mi suegra, que en paz descanse,  que era una gran devota de la Virgen de la Encarnación en Casas de Ves, así como de la Virgen de la Cabeza,  aunque en esto de las vírgenes no debe haber polémica, cada  pueblo tiene la suya y las celebraciones varían poco de un pueblo a otro, con las comidas y almuerzos en hermandad, misas, etc… aunque lo más emotivo venga siendo la entrada triunfal a la iglesia tras venida de la romería. La Virgen es la misma en todos lados, la madre de Jesucristo y la nuestra propia en el cielo.
Siempre veníamos a la romería el domingo y le gustaba oir la misa mayor que se realiza en la ermita a las doce del mediodía, y por supuesto recibirla en la iglesia  por la tarde cuando entre vítores, zarandeos y la marcha del himno nacional  se le llenaban los ojos de lágrimas. La única  queja que salía de sus labios era que  no se acordaban nunca de los devotos  que  no eran de Casas Ibáñez, y ante la frase  --“Ibañeses… viva la Virgen de la Cabeza”,  me miraba sonriente y me recordaba sin decir nada lo fanfarrones que somos. ­­--Y a los demás que nos parta un rayo… --refunfuñaba sin malicia y con una carcajada. Hoy desde hace un tiempo se va teniendo una visión más cosmopolita, una proyección más amplia y se le pregunta a la gente de dónde son. Todos sabemos que desde tiempos remotos acude gente de numerosos lugares con sus ofrendas, lamentos y esperanzas.
La llevaba en el corazón como un ibañés más o  como cualquier persona que sea admiradora de la tradición mariana, en concreto de esta imagen.
La celebración de esta fiesta religiosa la he vivido siempre desde fuera, nunca he sido un santurrón, aunque haya respetado el culto y de vez en cuando oiga misa o visite a  nuestra madre en la ermita. Tampoco me veo portando a nuestra señora en procesión,  ni siquiera trajeado, acompañando a las manolas que lucen bellos mantones y tejas bordadas a mano.
Mi acercamiento a la Virgen de la Cabeza se producía en la juventud cuando estudiaba la forma de poder colocarme en el mundo del magisterio de educación y llevar un régimen de estudio disciplinado y de concentración en las materias de la oposición, alternándolo con  el buen comportamiento en el  actuar correctamente con la gente  que me rodeaba. Era un diálogo constante con esa entidad etérea  e intocable  que me daba fuerza día a día. Además me imagino a aquellos soldados heridos, desarrapados y hambrientos que fueron atendidos en los hogares ibañeses de antaño y que sin olvidar el milagro que les hizo su virgencilla de Andújar, de calmar sus sudores y alimentar el espíritu, no dudaron  ni un momento en entregarla como agradecimiento, desprendiéndose de lo más valioso que tenían, que era el motivo de su fe.  Gran hazaña la de estos muchachos  que es la que nos trae el júbilo día a día en la ermita y las en las celebraciones  anuales.
Cuando te acercas a su rostro frente a frente  y la miras  fijamente para pedirle un deseo o petición, no te irradia la benevolanza que te da una imagen monjil que te dice, --no te preocupes que lo vas a conseguir, sino que, ese rostro moreno de andaluza despabilada y pelo anillado te está comunicando otras cosas, ente ellas, --no creas que por venir aquí lo tienes  logrado, tienes que trabajar duro, ser bueno, practicar el amor con tus semejantes, tener paciencia, contar  con  las dificultades que te vas a encontrar paso a paso, pero te ayudaré si te sacrificas y tendrás tu recompensa, pero no te garantizo nada.
Introduciendo por la ranura el pequeño óbolo necesario, enciendo una vela de estas artificiales que se han puesto de moda para evitar incendios, aunque el olor a cera en las ermitas sea uno más de los ingredientes necesarios con el objeto pedir fuerzas e iluminación para afrontar las dificultades. Y después  te vas a casa tranquilo por haber hablado seriamente con la jefa.
Y llega el día, el último domingo de abril; no tiene pérdida, la  mejor forma de quedar para una reunión, a nadie se le olvida. Estando en la cama de niño nada más romper la madrugada, ya se oían danzar los tractores con los cantares y voces de gente subida en los remolques con los utensilios para pasar una jornada de alegría asando chuletas y revolcándose en la hierba entre los juncos, mientras se oían las campanas de la ermita que volteaban y volteaban sin parar. Hoy ha cambiado el panorama, aunque el programa de actividades sea el mismo, al estar  emulando otras romerías cercanas, el montaje  se prepara con antelación de  dos días, y aquello parece más un asentamiento de los bárbaros que un almuerzo campestre en armonía con los tuyos. Y visitar la ermita, el trasiego de gentes de otros lugares que vienen a orar, a pedir fuerzas, y aspirar  el aroma  a flores que impregna el ambiente que se evapora por los rincones de los altares, a elevar una plegaria a  la madre. Y el reencuentro con aquellos que año tras año solamente los ves en este concreto lugar y en este día singular que  si no lo vives  piensas que  ha pasado un año en balde y parece que no transcurren los años.
El momento cumbre, tras la pausada y silenciosa procesión a ritmo de marcha,  es la entrada de la virgen en el templo con ese paso marcial y balanceo que le caracteriza, al son del himno español, entre la alegría y la llamada catedralicia de la campana mayor combinada con el ligero desafine de la del reloj. Aplausos, vivas, temores, anhelos, lamentos, secretos, que se entrecruzan en las bóvedas ciegas de la nave central, y ¿dónde van a parar? Cada uno lleva su cruz y busca fuerzas para  llevarla en estos momentos  en que todos vamos a una. Pero el culmen de la jornada es el canto del himno de la Virgen de la Cabeza, el pueblo al unísono y acompañado de los compases de la veteranía musical y el empaque de los vientos al son de una canción que combinada con la música surge una oración que es como el padre nuestro ibañés,  para momentos gloriosos, o en los que estás hundido en las miserias del alma, y como colofón,  los vivas sucesivos, en especial el de “Angelete”, al que nadie se adelanta. Y siguen sonando aplausos enfervorizados, tras esa melodía cantada a la que se le escapan matices de marcha militar y rasgos jazzísticos, entre el heroísmo y dramatismo de sus acordes, hasta que nos damos por vencidos y nos vamos a cenar.      
                                                                                                  Abril de 2016

 ¡Viva la Virgen de la Cabeza!

RINCÓN INFANTIL Y JUVENIL

Cuadernillo de poesías

Recordando el trabajo de mis alumnos/as en el área de Conocimiento del Medio escribí estos poemas, y ellos los dibujaron.

VERANO
El sol amarillo
calienta mi pechito
en el aire aletea
un pajarillo.
Con una rama de pino
en su pico de pico 
a un verano aspira
con su pío pío.

EL PANAL Y EL OSO
Está la abeja
posada en su panal,
descargando el polen
en la celdilla.
El oso espera
que acabe su tarea,
aguarda la siesta,
la miel lo desespera.
Cuando refresca,
no duda,
picotazos arriesga,
pero merienda.

LAS NUBES
Algodones que flotan,
arrastra el viento,
el cerro teme,
un desencuentro.
Las hormigas tapan,
con barro, la galería,
protegen su comida,
a sus crías.
La tormenta esconde
la algarabía,
todo queda tranquilo,
hasta otro día.

TENGO  4   AMIGOS
Tengo cuatro amigos
de la Edad Media;
de un rey
la princesa Celia,
de un cura
su sobrino Rodrigo,
de un artesano
mi prima Lucrecia,
y del campesino
el niño Justino.
Todos jugamos en  el castillo
pero, cuando cae la tarde,
cada cual a su nido.

TODO  ESTÁ  EN  LOS  LIBROS
Para mi cumpleaños
pedí un libro,
por la noche,
lo devoré.
Soñé con altos árboles,
con gnomos y setas,
con ogros y héroes,
con villanos y princesas.
Desperté feliz y aletargado,
mi madre dijo; -duérmete
que mañana…
otro cuento te leeré.

JARDÍN DE VERDOR
Margarita estaba al sol,
gotas de rocío,
la fuente le salpicaba;
tú, por qué me miras,
preguntó a Tulipán,
que de tí estoy enamorada.
Te miro porque te miro,
y no sé por qué.
Hay un galán que te ronda
que se llama Clavelino,
amarilla;  eres tú,
por quien vivo en el limbo.

TENGO UN PAJARILLO
Mi jaula está triste
porque las plumas ha cambiado
el petirrojo cantarín.
No canta a la madrugada,
ni con el fresco sol de la tarde,
amigo, mañana será otro día,
y canciones de alegría,
volverás a silvar al aire.

CASTILLOS DE ARENA
A la orilla del mar
un castillo de arena
se tragó la marea,
y el  profundo foso
se hundió en la pelea.
El sol calienta,
un baño me voy a dar,
y cuando vuelva,
cubo y pala,
y… a trabajar.

CUCÚ
Cucú dice el reloj,
dos saetas de punta,
navegando en el tiempo presente,
midiendo tiempos efímeros,
persiguiéndose continuamente,
en un mar de números.

CHACACHÁ,  CHACACHÁ,  CHACACHÁ
Desde la ventana del tren,
los campos pasan,
montañas suben y bajan,
las vacas pastan.
Las nubes me siguen
y se despiden.
En el horizonte
los caminos se pierden,
niños que juegan
en las paredes,
pueblos que se mueven.

LOS JUGUETES
Los juguetes duermen en el cajón
esperando al niño
que llorando está en un rincón.
Ven con nosotros y verás
todo lo que aprenderás.
Llama a tus amigos,
entrad,
mundo de ilusiones;
los duendes magos vendrán,
y disfrutaremos de verdad.

CATARRO
Mi muñeco se acatarró,
vino el doctor,
tose, tose, corazón.
Tiene solución,
vitaminas y calor,
tapadito lo tengo
en su cama del cajón.
No tiene ganas de jugar,
cantaré una suave canción
ahora,  dormidito,
mañana lo despertaré,
y la alegría volverá,
en mi casa, lo veré.

EL ABUELO
El abuelo preguntó en la plaza;
niño, ¿cómo te llamas?
soy Juan Sin Miedo.
Dime; ¿por qué te llaman así?
porque soy valiente,
no conozco el miedo.
Me dijo un  pajarito
que llorabas de pequeño.

LA LUNA
La luna me mira
descarada,
señora engalanada,
que cambia de postura,
de perfil;
esbelta y elegante,
de frente;
como una gran dama.

SOL
Sol potente,
bravo de acero,
sin par en el firmamento,
nos das un respiro,
tras las nubes del cielo.
Arcoíris de tranquilidad
cuando la tormenta cesa
y vuelves a dominar
en el mundo entero.

FIESTAS
Cada semana una,
guirnaldas, canciones,
dulces sabores,
bocadillos de nocilla,
papelillos de colores,
tarta de cumpleaños,
amores.

LA MÁQUINA
¿Quién me iba a decir,
que de tu cabeza ,
iba a salir,
este trasto viejo?
Facilitaste el trabajo,
ganaste dineros,
viajaste por los océanos,
por ello te queremos.

LOS CINCO SENTIDOS
Ya te veo caracol
dentro del oído
silvando rumores.
Ya te huelo coliflor,
te mastico,
y en mi boca,
aprecio tus sabores.
Suena el timbre,
me voy al recreo,
a tocar las flores.

LA PLANTA
La semilla,
se abre camino,
busca la orilla,
crece el tallo,
elaborada savia bruta
que asciende y baja,
para darnos la fruta.

EL AGUA
Agua,
vida,
animales y plantas,
salud,
naturaleza,
ciclo de la lluvia,
de ríos y lagos,
y mares.

ALQUIMISTAS
Buscando elixires
de larga vida
o de inmortalidad,
mezclan pócimas y enredos,
intentando sacar oros,
donde no hay,
pasan el tiempo
entre ensayos y calderos.

IMÁN
Me llamas,
y me acerco,
a ti me pego.
Siempre se juntan
polos distintos,
los iguales se repelen,
ser amigos,
no quieren.

ALCALDE
Nominado por tu valor,
líder de gentes,
diriges, gestionas,
responsablemente,
arreglas, mejoras,
creas ambiente,
elegido
democráticamente.

COMIDA SANA
Todos los días,
patatas, pasta, arroz, cereales;
energía.
Hortalizas, frutas, vegetales;
vitaminas y minerales.
Leche, huevos, queso,
pescado, carne, frutos secos;
para crecer, ya sabes.
Qué bueno,
chorizo, salchichón…
a veces.
Y el domingo,
un dulce,
te lo mereces.

EL HOMBRE PRIMITIVO
Primitivo comenzaste
con asimétricas pieles,
y descubriste…
que de la tormenta de agua
surgíó el fuego,
y ambos son enemigos.
El pedernal, tu amigo,
a cazar te enseñó
y buen comer,
te procuró.

EL TIEMPO
El tiempo está loco,
decía mi abuela,
tan pronto  te asas,
como te hielas.
Termómetro,
dímelo tú,
si me las quito,
o me pongo más telas.
Brisa fresca del atardecer
en la Manchuela.

BRÚJULA
Apunta al norte,
no te pierdas,
que en el mar
no te encuentran,
ni en el desierto
despiertas.

LAS ROCAS
La roca tiene memoria.
¿Qué pasó?
La pena y la gloria,
tiempos remotos,
volcanes, terremotos,
seres vivos sepultados
escarbando,
buscando riquezas
y tesoros.

HONGOS
Ni animal, ni vegetal,
¿entonces qué?
descomponedor,
reciclador,
masticas restos,
para darnos
setas y champiñón.
Pero, ¡cuidado!
veneno desconocido;
conócelo.

ESQUELETO
Marioneta de huesos,
apareces en Halloween,
bailas a oscuras,
te noto, te veo,
y todos,
te llevamos dentro.

EL ARTESANO
Despacio, sin prisa,
teje la suela,
la alpargatera.
Con mimo, se esmera,
no tiene urgencia,
el artesano espera,
botijo de agua fresca,
que suda tareas
con las manos enteras.

PAISAJE
Hasta el horizonte
todo lo que ves
eres tú;
paisaje.
Verdor de las colinas,
las flores en los valles,
nubes que navegan
y el sol calienta.

BANDERA Y ESCUDO
Esta es mi bandera,
un castillo dorado
sobre campo de amapolas
junto a blanca llanura.
Y mi escudo,
coronado real
con todo lo demás,
en mi pecho,
te voy a llevar.

EL CARACOL
Husmeando entre el romero,
asoma sus cuernos,
y esconde el gajo
al más mínimo encuentro.
Lento pasear
arrastre
sobre la humedad.
¡Anda!
Que te voy a encontrar.

ECOSISTEMA
Todos unidos
en dependencia,
la araña teje,
la mosca es presa,
la hormiga ahorra,
la cigarra solfea,
el topo espera…

TRES ESTADOS
El agua corre,
el frío la para,
el sol la evapora,
y vuelve a caer,
desde las montañas,
por los ríos,
hacia el mar,
hasta mi casa.

LA QUINTA DEL 62

Con motivo de la celebración del quincuagésimo aniversario del nacimiento de estas personas nacidas en 1962 entre las que me incluyo, se me encargó hacer un "saluda" para el libro de las fiestas y este fue el resultado.



LOS QUINTOS Y QUINTAS DEL AÑO 1962

Desde nuestra infancia vamos acumulando vivencias, imágenes, sonidos, sensaciones… que al cabo del tiempo  permanecen durmiendo hasta que un acontecimiento los vuelve a activar en nuestra memoria. Son los rostros de antiguos amigos, sus gestos y ademanes,  aromas y melodías, anécdotas,  que reconocemos y revivimos como si hubieran sucedido ayer mismo.  Este es nuestro turno, el de los que nacimos en el año 1962, cerca del epicentro del “Baby Boom” de los años sesenta, los que vivimos la época del Teleclub y la sesión tolerada de los domingos en el Cine Rex, el momento en el que contamos con medio siglo de bagaje y  experiencias, de tiempo más o menos fructífero según  las circunstancias con las que se ha topado cada uno. Y así, parece mentira que los “Donuts” lleven rodando cincuenta años, que un decalustro sea el tiempo  que Marilyn Monroe lleve descansando eternamente, que los reyes de España celebren sus bodas de oro, que apareciese  el cómic de “Spider Man”, que se decretara en nuestro país la equiparación  de los derechos laborales de la mujer con los del hombre, o que en el mundo musical  tuviera lugar la fundación de la banda Rolling Stones y la publicación del  primer “single”  de los Beatles “Love me do”;  todas ellas y  otras tantas  efemérides que nacieron y viven con nosotros. Y aquí nos hallamos en las puertas de la feria  en Casas Ibáñez que es la que nos toca, para poner nuestro grano de arena, reencontrarnos, pasarlo bien, convivir y renovarnos, y si es posible, afianzar amistades y ser dichosos.


                                    ¡Feliz Feria 2012!   
                     

                                                         Sebastián Tolosa Cernicharo



      A continuación de este escrito  fueron surgiendo algunos más. Pero quería hacer hincapié en una poesía que realicé cuando mis compañeros de quinta y amigos me estaban ocultando la celebración por sorpresa de mi 51º aniversario, yo me di cuenta el día anterior y  quise mostrar mi agradecimiento con ella. Se trataba de un poema interactivo en el que tenían que participar todos mediante canciones, a la vez que yo lo leía en voz alta.        


Este poema  está dando lugar a otro poema muyo más extenso que comenzó a los cinco minutos de haberlo expuesto en la celebración que he citado. está en proceso de elaboración y no sé  si le encontraré alguna vez el final.


POESÍA DE ANTAÑO

Quintos de un año bisiesto que comenzó y acabó en lunes, 1962

*En el asterisco se canta la canción.
Árida Manchuela *
cuya arista bocaceja
florece en primavera,
donde venían los pimpollos
en  cama de matrimonio,
con médico,  practicante
y vecindario ayudante.

Nuestra infancia transcurrió;
la Cañada, cerro San Jorge, la Calera;
charcos de la Perra Gorda y la Greda,
desde la Santa a extramuros,
placetillas, Serradiel y la era.
¡Virgen de la Cabeza…!*

Los sones del “corro chirimbolo” *
“los perros y las liebres”,
resfriado sube y baja,
con azúcar tostada;
“que llueva que llueva…”,*
“comba”, “rápala” y “rayuela”;
“parejillas”, “tranco”, “refine”,
“una la mula”,* “churro”, “quién pesamú”,  
Balompédica  de cine
y una peñacina que afine;
“el patio de mi casa es particular…”*
“zompo”, “hincado “,  “gua”,
noches al fresco y todo lo demás.

Vinilos y cassettes  pop,
Hippies,  sinfónico rock,
canción protesta,
estudiantil revolución.

De una tele en blanco y negro,
más negro que blanco,
para término y medio.
Aparecen los dos rombos,
“vamos a la cama
que hay que descansar...”*

La Sierra de Aitana
traía nieblas en verano,
Chiripitifláuticos,* Bonanza,
y Pedro Picapiedra;*
para llegar a todo color
con Mazinger Z,
¡puños fuera!
y los misiles de Afrodita A
su compañera…
“La juventud baila”, “Un dos tres”*
con Canon, Kojak,  Banacek,
Kung Fu, Colombo y Falcon Crest.

Desde “el parvulito” trinitario  
vacunas y leche en polvo 
febrero en pantalón corto,
enciclopedia Álvarez, parroquial,
catecismo, espíritu nacional.*
De lleno en la E.G.B.,
conejillos de indias
en Bachillerato y  F.P.

Veranos largos de secano
en frías balsas del “duro” y del “gato”.
Inviernos de matanza y charcos
entre el brazuelo y la botija,
estirando al cerdo del rabo.

Domingos en cinemascope,
tras el NODO noticiero,*
pipas y pistoleros,
con el Zorro y Fu-Manchú
y Los Tres Mosqueteros.

Estirpe de agricultores
respalda nuestras  costillas,
cambiamos  basurero y retrete
por aseo y  agua corriente.
De la estufa de leña  y el sagato
a la  suave calefacción,
aún se tardó un rato.

Pasamos con la  “puntera”
máquina  Olivetti Lettera,
del aislamiento a la comunicación,
y de la  vieja calculadora
a la locuaz computadora.

Jovencillos combatiendo el frío
recreativos y futbolín,
Emmanuelle sex simbol,
ranchera fiesta de barrio*
teleclub piloto y amorío,
ahora me río.

Mesa camilla y flexo,
rescoldo del brasero,
radio,* corte y confección.
Bifurcación de caminos
ocio, trabajo o estudio,
cada uno a lo suyo.

Padres, hijos, hacienda,
sabios abuelos,
menuda contienda
aire solano,
y quien esto lo entienda.

                                                                                                  Sebastián Tolosa Cernicharo


A continuación  podemos leer las reflexiones que surgieron con motivo de la celebración de nuestros cincuenta años en la Tierra.


                Quinta del 62  - Reflexiones

Aún resonaban  en mis tímpanos los ecos de las doce campanadas al anunciar la llegada del año 2012, cuando se alojó en mi cabeza  la inquietud de que durante este año que acababa de  brotar, íbamos a ser protagonistas de la historia aquellos que tuvimos la suerte de nacer en el año 1962.   Daríamos continuidad a la reciente tradición de la celebración del  quincuagésimo aniversario de las personas vinculadas  de un modo u otro con el pueblo de Casas Ibáñez.
Después de pocas semanas aparecía en los carteles y comercios de la localidad la convocatoria;  “Primera reunión en Jardines Bar de los nacidos en 1962”, y un hormigueo se iba alojando en mi estómago.  En  estas asambleas deliberábamos sobre la lista de bautismo; quién era éste o la otra, dónde vivía, si lo recordábamos de   ”las monjas”,  “los parroquiales”,  del colegio o del instituto,  a qué se dedicaba o si tenía descendencia,  y cómo podíamos localizarlo. Personas que iban de paso o que tuvieron que salir con sus padres a otros lugares donde trabajar y mejorar su vida. Otros, no estaban tan lejos, tan solo a unas manzanas o  algunos kilómetros, pero no se habían dejado ver.
En aquellas tertulias en las que no faltaban las bromas y los chistes, iban surgiendo los líderes más osados y  diligentes, y entre todos íbamos forjando un entramado de ideas acerca de cómo afrontaríamos nuestro reinado. Se debatían  aspectos y asuntos sobre; si  la carroza  sería alquilada o elaborada,  la comparsa, el carnaval, los trajes, el alquiler de un local, la recogida de fondos; en definitiva se trataba de  ir hilvanando los encuentros,  cenas, actividades, montaje de la orla,  activación de redes sociales en internet para facilitar los contactos, etc.
Y  al cabo de un mes escaso, de repente,  nos veíamos inmersos entre una multitud de coetáneos, vestidos de arlequines en una noche de carnaval para el recuerdo, en la que nos mirábamos  al espejo y entre nosotros mutuamente  reservándose cada uno su apreciación, agarrando los instantes  y no dejándolos escapar.
Con el tiempo se iban celebrando comidas en restaurantes y  los diversos cónclaves  quincenales en el chiringuito,  donde se daban a conocer   habilidades,  inquietudes,  y se destapaban el genio y  los caracteres de cada uno.
 Sin darnos apenas cuenta, nos situábamos  frente a la cumbre de nuestro objetivo;  la feria. Hemos podido observar a  nuestros compañeros  y compañeras entusiasmados reconociéndose en la orla, cumpliendo fielmente con los actos del programa de festejos, animando en la plaza de toros, danzando en la verbena, preparando el refrigerio, batiendo huevos o pelando las patatas, dándole colorido con verdadero arte  a las frutas tropicales brasileñas o elaborando con técnica y precisión casi milimétrica el escenario de la carroza, destacando el arduo trabajo de sastres, modistas y costureras,  estallando todo ello en una inimaginable gama de tonalidades que, en el desfile, junto con la iluminación y  una música verdaderamente  apropiada, hicieron de nuestra  aparición una explosión  multicolor objeto de comentario.
Quintos y quintas que  querían ser inmortalizados  en una imagen fotográfica, que  deseaban parar el tiempo por un momento como el poeta Horacio con su “carpe diem”  y saborear la dulzura de estas fiestas que  han sido distintas y necesarias para todos. Y también mencionábamos a aquellos que por diversas razones no habían podido acudir y a otros que ya no viven entre  nosotros.
Y entre  el sonoro  humo de la traca final de feria,  el olor a chocolate con churros y los últimos compases del  baile,  parece que se diluía sin remedio nuestra pequeña  legislatura. Nos despedíamos tranquilos  por haber disfrutado y compartido acontecimientos e imágenes para rememorar, a pesar de las pequeñas desavenencias lógicas que surgen del roce entre humanos, resultando un balance final satisfactoriamente positivo, y  deseando  encontrarnos en la próxima  ocasión, que no sería muy lejana.                                                 
¡Vivan los Quintos del 62!
                                   31 de agosto de 2012                             Sebastián Tolosa Cernicharo

HACE UNOS CINCUENTA AÑOS…
               
            Los “cincuentones” estamos de moda. Ha llegado la integridad, la plenitud, la serenidad, la entereza, la realización personal…  en la segunda mitad de la vida, aunque  en ocasiones queden  pendientes asuntos de tipo individual o familiar.
            Hemos vivido  cambios, tanto de formas de vida como en las  viviendas, incluso  de costumbres ancestrales, que  al relatarlas en reunión, hay amigos más jóvenes a los  que  les parecen tercermundistas, y a la vez,  son tan cercanas en el tiempo… Hemos soportado de manera consciente las transiciones a la democracia, hemos pasado de sistemas  educativos anticuados  a otros más modernos o “europeos”, incluso  nos ha llegado un acceso más democrático a la Universidad. Sin embargo somos el grupo de edad  que más sufre esta crisis, con pérdida de derechos por los que han luchado nuestros antecesores y además hay un elevado porcentaje de personas de  nuestra edad  sin empleo, pero también es verdad que, en general, contamos  con un buen perfil  de cualificación laboral y de estudios académicos.
             Vimos nacer la informática como algo etéreo e increíble que  prometía sustituir  a la mecanografía a través de unos señores con maletín que “vendían” a nuestros padres cursillos acelerados y teclados que se conectaban a televisores en blanco y negro a base de lenguajes informáticos, que en aquella  época eran tan raros como el idioma chino, y  además, una serie de artilugios más, que conformaban lo que  llamaban  el ordenador personal. También  promulgaban que a partir de ese momento todo iba a funcionar con micro chips y memorias virtuales, y no se equivocaban;  pues ahora vivimos las nuevas tecnologías, navegación por la web, el smartphone, el TDT, el Whatsapp, la tablet, el GPS, etc… como si fueran algo de toda la vida y nos atemoriza  la idea  de que si ahora desaparecieran nos dejarían un vacío enorme y nos costaría vivir sin ellos.
            Es verdad  que muchas cosas nos han venido hechas, aunque no todas, por ejemplo, las revoluciones sociales y educativas que  las llevaron a cabo las generaciones inmediatas, aunque algo nos  tocó en  el Bachillerato,  pues hemos crecido, por lo menos desde la adolescencia, en una democracia joven  pero ya encaminada, independientemente de  que cada uno lleve en sus entrañas su lucha interior.
            A nuestra edad, incluso antes, ya nos han ido apareciendo  las secuelas de seguir en activo… colesterol, azúcar, unos huesos y tendones que se resienten de los avatares de la vida cotidiana, la tensión arterial que se eleva, y una actividad  cada vez más  de tipo urbano que nos va acostumbrando al sedentarismo y a la comodidad. 
            Hace  unos cuantos años, cuando se empezó a poner de moda la celebración de la cincuentena con carroza y cabalgata en cada feria, veía a aquellos jóvenes carrozas  que se divertían y disfrutaban como niños y  no acababa de entenderlo. Pensaba que  estaban ya un poco caducos  para salir a renovar su identidad y cantarla a los cuatro vientos,  y así, sentirse más jóvenes.  Esto mismo es lo que nos ha ocurrido a nosotros, y como ellos, tampoco creíamos que éramos mayores. Observando fotografías de nuestra edad escolar y juventud  recordamos hechos  que parecen haber ocurrido ayer mismo, por la cantidad de detalles minúsculos que se  relatan alrededor de las imágenes y escenas.
            De lo que  sí podemos sentirnos orgullosos es de nuestras experiencias vividas, aunque algunas nos dé pereza recordar por no ser tan buenas, pero ahí están, y aunque nuestro cuerpo ya no responda como cuando teníamos veinte o veinticinco años, nuestro cerebro está ahora mejor amueblado y contamos con unos recursos y un equipaje  preparado para nuevas inclemencias, gracias al aprendizaje y a los golpes que nos ha ido dando la vida. Y nunca se acaba de aprender.
            La solución de  nuestro paseo por este mundo, radica en seguir sintiéndose jóvenes, hacer un poquito de ejercicio físico, cuidarse en la alimentación, disfrutar de los momentos, porque algunos no vuelven… y hacer lo que realmente nos apetezca, siempre que se pueda y no dañemos al prójimo. Para eso estamos aquí, para ser felices  y afrontar nuevos retos. Y ya vendrán otros tiempos, de los que tengamos que decir algo, cuando lleguen…
            Un saludo a todos.
                                               Sebastián  Tolosa Cernicharo,  día  5 de octubre de 2013



EPÍLOGO  -  Quinta del 62.

Casas Ibáñez,  finales  de  diciembre de 2012

Estimados coetáneos, nuestro espacio temporal de reinado está a punto de finalizar. Tras el pregonado “arroz caldoso” de final de diciembre, el volcán que empezó a rugir con la batalla entre Don Carnal y  Doña Cuaresma y que posteriormente entró en erupción en la feria, está pasando a una fase  de reposo y latencia.

Durante estos doce meses hemos percibido el afán y el aliento de los que han liderado y organizado encuentros y han dispuesto “esos ingredientes” idóneos para llevarlos a buen fin. Hemos valorado y agradecido tanto su paciencia para localizar y “convencer”, como sus ganas de dinamizar a fondo perdido, a personas, amigos y conocidos, que simplemente por el hecho de haber nacido durante ese lapso de tiempo, estaban invitadas a participar activamente. Si no hubiésemos contado con su perseverancia y constancia las cosas habrían ido peor o incluso algunas no se habrían producido.

 Después, particularmente, cada uno de nosotros ha contribuido según  intereses,  tiempo libre o  preferencias, siempre dentro de la línea evolutiva de su carácter, formación y manera de actuar, sin sentirse obligados en ningún momento, ni de forma alguna. Es cierto que, aquellos de los que se esperaba más, no han aportado tanto; mientras que otros, de los que casi no se hacía cuenta, se han dado a conocer y sin hacer promesas, han surgido del anonimato, impresionando al personal con sus habilidades e ilusiones. Aquellas puestas en escena que saboreamos, fueron dignas de admiración, no sólo extrínsecamente, sino desde dentro de cada individuo, con las emociones que cada uno iba desentrañando en su corazón.

Asimismo, otro de los factores  que han facilitado el feliz desarrollo de nuestra etapa en este año bisiesto, ha sido la cantidad y calidad de profesionales y artistas que tenemos entre los quintos/as, e intermediarios cercanos. Incluso la tecnología de internet y  las redes sociales nos han permitido cooperar y estar al corriente de imágenes y comentarios.

Al observar el video resumen de las concurrencias y celebraciones  que hemos disfrutado en este dos mil doce, me vino a la memoria una frase hecha que retengo desde mi juventud, referida a hechos extraordinarios o únicos de nuestra existencia, como: la comunión, la época estudiantil, el servicio militar, “tropezar” con el amor anhelado, la boda, conseguir un trabajo, etc. Aquella sentencia decía, “Aprovecha, que esto sólo se vive en una ocasión en la vida”, y así ha sido y será. Podrá haber otras ferias, distintos carnavales, nuevos concursos de patatas al montón, pero como estos, ninguno, porque  eran  los que nos tocaba vivir especialmente como grupo. En esos momentos se echaba de menos a los que no pudieron compartirlos con nosotros.

Personalmente, opino que,  en conjunto, la experiencia ha resultado positiva y satisfactoria, e incluso  en contados casos, necesaria. Igualmente, recuerdo, del mismo modo que algunos con los que he conversado,  que no nos imaginábamos vestidos de bufones de la corte, ni en los sueños más atrevidos, y menos  todavía de “brasileiros” danzando al ritmo de sonoras batucadas por las calles de la villa, detrás de una carroza tan distinguida, que parecía “de compra”. Pero con un pequeño empujón y ya metidos en harina, colgamos la vergüenza en el armario y aquello funcionó con viento en popa a toda vela, hasta tal punto que ni consideramos el no haber sido galardonados.

No resta nada más que la despedida de este viaje de cincuenta y dos semanas, con un adiós alegre,  aunque ligeramente entristecido; cuando viene el tren  a la estación tienes que subirte a él, aunque  esté iniciada la marcha, porque el siguiente tardará en pasar delante de ti. Nos queda el sosiego de que todavía somos jóvenes y que nuestra amistad  se ha fortalecido,  y las semillas  que se han sembrado darán sus frutos. A pesar de todo, aún queda ímpetu y ganas de no sólo rememorar hechos pasados, sino también de disfrutar nuevos eventos, comidas de hermandad, fiestas o cenas y cierta excursión al Mediterráneo que alguien mencionó como colofón final.

Esperanzados, puesto que no se ha producido la llegada del “fin del mundo”, como era de suponer; con el nuevo año se estrena el turno de  los sucesivos, los del sesenta y tres, también retoños del “baby boom”, y la mayoría, compañeros  de fatigas  y amigos nuestros, a los que entregamos “el testigo”. A vosotros y a todos ellos,  deseo suerte  y felicidad en las nuevas andaduras. 

¡Vivan los quintos del 62! 

Sebastián Tolosa Cernicharo




DE SEX SYMBOLS Y GLAMOUR EN LA QUINTA DEL 62

                Fue agradable volver a encontrarse con esos chicos y chicas de la niñez, de los que solo conservaba una imagen borrosa, casi en blanco y negro, con aquellas ropas prêt à porter, con la piel reseca, flequillos o trenzas,  ataviados  con sencillos vestiditos con lazo y grandes botones, falditas de pliegues recicladas al máximo o pantalón corto a nivel de ingle desde febrero, merendando en la bicicleta y calzados con sandalias o botas de borreguillo.
                Y reencontrarte... con esos rostros maquillados, cuerpos vestidos con tela de raso y sedas de oriente, nebuloso glamour del extranjero, perfumes exóticos, estar codo  con codo con la inalcanzable sex symbol de la adolescencia y juventud.
                Al transcurrir los faustos de rigor, queda uno estupefacto al verlos pasar  de cerca o de lejos, renovando aquel simple y soso saludo de vecino o de portal de escalera,  es otra despedida sin abrazo, que viene de visita y  va de paso.


                                                                                              Diciembre de 2014    STC