sábado, 30 de junio de 2018

EL OPIO DEL PUEBLO

EL OPIO DEL PUEBLO

Cuando Carlos Marx escribió aquella famosa frase “La religión es el opio del pueblo” seguro que en aquellos tiempos del siglo XIX tenía razón. Hoy en algunos países y culturas todavía lo es en ocasiones, para llegar a ensalzarse por la religión en los asuntos de la vida, de tal manera, que hasta se entrega la vida por ella llevándose otras y algunos gobiernos la siguen teniendo como herramienta de opresión. Hoy en día yo diría  que aparte de lo que  queda de  reminiscencia de estas ideas, todo lo traslado a este mundo y afirmo, “El fútbol es el opio del pueblo”.
No es raro ver los estadios llenos a la hora de cenar y es indicio de bienestar el viajar a otra ciudad vecina o incluso a otro país por presenciar un partido que parece que es lo último que se vaya a realizar. La euforia, los insultos, las tropelías… son reflejo de una falta de valores extrema. Además las medidas de seguridad, que son tan costosas para proteger los estadios y las calles de  una manada de insurrectos que se desbocan en extremo por una simple semifinal. Y los gobiernos están de acuerdo a pesar de ello; quieren que la gente esté pensando en el fútbol y así, las personas de a pie se olvidan de lo cotidiano, mientras siguen los tejemanejes en política. A cambio se da una imagen de tranquilidad, de salud social o  deportividad. Pero se oculta todo lo que hay detrás.
Cuando se emite un partido de fútbol, se paralizan las ciudades, los pueblos parecen ser objeto de un ataque nuclear. Solo se oyen los coches de emergencia o sirenas de seguridad, cuatro taxis, dos ancianos tomando el fresco y algún despistado en bici que se pregunta, ¿qué ha pasado esta tarde aquí? Si el evento coincide con un concierto o una actuación cultural de otro índole cualquiera,  a ésta acuden cuatro puristas, casi nadie. Y si lo emiten “de pago” hay que ir a un bar a vocear como energúmenos y a sacar nuestro lado más primitivo.
En el extremo bueno se encuentran aquellos que aman el deporte, que lo practican, que se hacen socios de un club  o que acuden a ver los encuentros con normalidad o los  ven en sus casas con la familia, porque mantenerlo no sale de la nada. También  se pueden exaltar porque es algo que lleva intrínseco por el afán por la victoria.  Además hay otros deportes y aficiones pero no abarcan la magnitud del fútbol y conservan todavía su lado puro.

Sebastián Tolosa Cernicharo

UNA BANDA DE MÚSICOS


UNA BANDA  DE MÚSICA

El hecho de ver cómo en el corto espacio del rato de una sola tarde, se diluye el conglomerado armónico de figuras musicales que ha dado a luz el esfuerzo de un grupo de seres a los que les agrada la música, es de una gran alegría y satisfacción, siendo a la vez una especie de tristeza o desconsuelo, por la fugacidad con la que transcurren las dos horas escasas de melodías  fruto del día tras día y de semanas de práctica, de dificultades, de horas de estudio, de puntualizaciones, de miradas cómplices, de reproches, de palmaditas de agrado, entre otras cosas… unas de ellas más agradables que otras. Pero hay que ver las cosas desde el lado bueno. Igualmente las madres preparan una comida durante horas con esmero, para ser masticadas y deglutidas, y desaparecer en veinte minutos, quedando solo el regocijo por lo bien hecho, el agradecimiento y el recuerdo de un aroma o un sabor.
El apoyo de las familias, ora instruidas en el tema, ora repletas de cariño hacia cada intérprete o simplemente por el mero apoyo presencial, y la necesidad del empleo del paso del tiempo de ocio para ser invertido en algo que instruya y forme como persona, ambas animan a seguir con la tarea de crear momentos de gozo y recompensa, que se evaporan para siempre en unos segundos, quedando en la retina de los espectadores, etéreos resquicios de aquel concierto, y  permaneciendo en el eco de los cerebros,  estribillos de lo que mejor sonó, que hoy en día, por suerte, con los medios tecnológicos, podemos conservar y rescatar cuando se desee.
Como satisfacción personal, indiscutiblemente es rentable, siempre que te aporte más beneficios que pérdidas, desde el punto de vista de lo inmaterial, no solo por los necesarios reconocimientos o los pertinentes aplausos del momento, por supuesto. Y dándole la razón a los sabios del lugar, comparto en que a los jóvenes y  a los no tan jóvenes, emplear el tiempo en la música, les ocupa un espacio en su vida que evita que se dediquen a otras cosas peores. La música es convivencia, sacrificio, deleite, disciplina, emoción, descarga de adrenalina, diversión, compromiso…

Sebastián Tolosa Cernicharo