lunes, 16 de marzo de 2020

PRIMO MIGUEL LINARES CASTELLOTE


EL PRIMO MIGUEL LINARES CASTELLOTE.

Miguel Linares Castellote, un hombre particular. Conocido en el pueblo por ser el que lanzaba los cohetes en las procesiones del Cristo de la Salud, tan venerado en Casas Ibáñez. Rodeado de monaguillos vestidos con la camisola de puntillas hechas con aguja de ganchillo, encabezaba la procesión del Cristo. Los críos alzábamos la vista siguiendo la trayectoria del cohete para después de la explosión, ver donde caía la varilla y correr a recogerla. El olor a pólvora nos acompañaba todo el trayecto. Yo sabía que era mi primo, pero no le decía nada, yo era uno más de la cuadrilla. Y no quería ser el niño de confianza que llevara el manojo de cohetes y preparárselos uno a uno para irlos colocando en la tablilla  metiéndonos por el cáncamo que hacía de guía. La pólvora me daba bastante respeto y él  iba, bien fumando o llevaba continuamente  una mecha encendida para pegarle al cohete con la colilla que llevaba en danza o la propia mecha.
Yo lo conocía sobretodo de verlo en las "matanzas" de mi tía Isabel,  prima hermana de Miguel, donde se reunía gran parte de mi familia materna para colaborar y pasar dos días de trabajo y de alegría. Pues se comía, se bebía, se conversaba y se comentaban las alcahueterías del pueblo, los embarazos de las adolescentes y los cuernos y líos de cama de algunos matrimonios. Los críos estábamos para hacer los recados pero también estábamos al calor de la lumbre oyendo todo lo que allí se decía, incluidos los chistes verdes que se repetía año tras año. Miguel era soltero, y en aquellos tiempos tuvo que salir a Suiza a trabajar como albañil  regresando a temporadas para arreglar las cuatro cepas que tenía. Iba siempre montado en su bicicleta de cuadro, bastante vieja y oxidada, por cierto. Era un gran conversador,  sabía mucho de política internacional, pues había vivido  a la vez en un país democrático como Suiza y en España en plena dictadura. En los bares, lugares  que frecuentaba con asiduidad,  siempre tenía gente con quien hablar. Tuvo varios oficios, agricultor, ayudante en las cocinas del restaurante Las Vegas, en la empresa de frío industrial  de Torrente  y si no me equivoco, también quizás fue correachero como su hermano Pepe, porque recuerdo ver en una habitación botes con remaches y herramientas como martillo, remachadora,  punzones y agujas para coser en cuero, hilo “tilaor”, así como trozos de diversas formas y tamaños y tiras de cuero. Tenía otros tres hermanos,  Jaime  que trabajaba en Maestranza aérea de Albacete, Fernando que era mecánico. Alguno  de ellos tenía un lunar en la barbilla (mi hermano tiene uno en el mismo lugar) y Juan que estuvo en la División Azul.
Era cliente fijo de la panadería de mis padres, (mi madre Purificación era su prima hermana), siempre se llevaba un pan de kilo que se colocaba debajo del brazo y escondido dentro de la ligerilla chaqueta gris que le acompañaba en el invierno. Vivía con su madre,  la María de Chuano,  viuda de marido  y huérfila por perder a su hijo Juan en la División Azul. Juan era un ingeniero inteligente, funcionario que trabajaba en el edificio de la Sindical de las “casas baratas”. Según parece, tras la contienda española de la Guerra Civil Española, el general  Franco, quiso colaborar con Hitler y envió soldados contra Rusia en el frente de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. Juan fue uno de los que medio en broma, medio en serio, fue convencido por los amigos y se vio apuntado en las listas. Algo que para mi tía María fue un suplicio de lloros y de tormento. El día que partió no podía despegarse del camión que llevaba a su hijo al frente. Al poco tiempo vino un mando militar llamando a su puerta comunicándole que su hijo había muerto en acto de servicio  intentando salvar a otro compañero.  La actual Plaza de España era la plaza dedicada a Juan Linares Castellote, que así se llamaba en el callejero local. Aparecía en la lista de caídos por Dios y por España en la losa de mármol que figuraba en la pared de la iglesia parroquial. Su tumba es la del Soldado Juan Linares Castellote de la 2ª Compañía del Grupo de Exploración. Fallecido el 14 de julio de 1.942. Enterrado en Konigsberg, fosa 311. Su madre recibió la medalla de la División Azul y se la colocó en el manto a la Virgen de la Cabeza.
Al morir su madre, mi primo Miguel quedó solo y con una vida solitaria trabajando en lo que podía y en el campo. El abandono era tal, que su jefe y amigo Torrente quiso hacerle un cuarto de aseo en su casa a lo que se negaba, y hasta  los servicios sociales intentaron meterlo en la residencia de ancianos. Había sido siempre un ser muy libre y no aguantó allí mucho tiempo  y volvió  a su guarida. Un día,  lo echaron de menos en sus compras habituales de los comercios, y al buscarlo lo encontraron muerto en casa junto a su cocinilla de lumbre cuando estaría asando en las ascuas, sobre una parrilla, unas sardinas para cenar. La casa donde vivía era moderna para la época. Una casa estrecha con una gran entradita que sería la salita de estar y luego un pasillo que daba al corral y a una estancia mayor con la cocina de chimenea. En el medio había una escalera con baranda de madera que subía a la primera planta donde estaban los dormitorios, contaba con tres  o cuatro habitaciones con camas de madera y somieres de alambre tensado. Cuando falleció tenía la entrada de la casa llena de cepas secas para usarlas como leña y ante la duda de velarlo  allí en esa estancia, porque la casa ya estaba deteriorada y con falta de orden, mi tío Blas decidió llevarse el ataúd a su casa y hacer el velatorio de su primo hermano de una manera más digna.
El día de su sepelio, comentaba el párroco de la localidad que era un entierro no correspondido, pues estuvimos muy pocos, no llegaba a cincuenta personas. Miguel era religioso practicante y siempre ocupaba el mismo lugar en la iglesia para oír misa, El cura encendió una vela en el lugar que normalmente permanecía de pie, a modo de recuerdo y de agradecimiento a sus servicios como buen cristiano.
Sebastián Tolosa Cernicharo  marzo de 2020.

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