Los sueños siguen vivos,
ahora que estamos a solas,
pensando en un futuro inmediato,
algo que se ve aún lejano.
Ganas de volver a la rutina,
como en los días de abundancia,
ahora el motivo es otro,
anhelando un soplo de esperanza.
El arte sale a flote,
la bondad surge y resalta,
el trabajo en bien del otro,
apaga egoismos y te ensalza.
Muchas cosas cambiarán,
volveremos al día a día,
con las luces apagadas,
y brotarán semillas que el fuego no abrasa.
Enseñanzas de la escuela de la vida,
que sin darnos cuenta nos regala,
el ser cautos, nobles y honrados,
desprendidos, sociables y solidarios.
Sebastián Tolosa Cernicharo.
Marzo de 2020.
Año cero.
Fue precisamente en la Nochevieja de 2019
cuando, inmersos en los faustos de la cena y celebración de año nuevo, no
sabíamos que teníamos a los pies una mecha de pólvora encendida. Alzábamos las
copas de espumoso ignorando lo que nos esperaría dos meses más tarde y
felicitábamos por doquier, deseando a los nuestros un feliz y próspero año
nuevo. En ello estamos, menos mal que hicimos los brindis y conjuros, si no
hubiese sido así, aún sería peor. Debemos seguir manteniendo esos anhelos para
el 2020, y estoy seguro de que lo lograremos y se cumplirán.
Un saludo de Sebastián Tolosa Cernicharo,
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