ESPÍRITU DE COLABORACIÓN E INVENTIVA.
Llegaron de lejos sin esperarlo,
escondidos tras costumbres ancestrales y culturas milenarias,
aquellos ecos de transmisión de gérmenes de países
lejanos, castigados aún por las pandemias y el
subdesarrollo que conviven con la riqueza y el confort del mundo acaudalado. Y
nos hizo poner sobre la mesa un espíritu emprendedor y de inventiva
que nos caracteriza, para protegernos de la ola
de microbios. Fue lo que nos empujó a sacar a la
luz un tesoro férreamente guardado, o quizás olvidado, en los
cajones y baúles; aquellos ajuares de las abuelas, de
solteras o de casadas por amores imposibles o sin remedio, o rotos por el
desamor. Sábanas de lino y franelilla, telas de mortaja, sudarios, manteles de
color blanco amarillento o paño moteado; tapetes, cortinas, arpillera
fina, percal, loneta de algodón… todo ello impregnado
íntegramente de una nube de alcanfor o de heno de los montes de Pravia, o
un halo de azafrán. Aromas para la eternidad.
Sebastián
Tolosa Cernicharo. Abril de 2020.
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