ENCUENTRO DE MAESTROS/AS PROMOCIÓN FILOLOGÍA 1980-83
Vienen a mi mente los primeros días de los estudios de
Magisterio. Cada uno traía la carga y el bagaje de su colegio e Instituto, el
sabor del último puchero de su casa, los temores, las manías, la curiosidad,
así como las ganas de conocer gente y de empaparse de cosas nuevas. Tuve la
suerte de encontrar buenos compañeros y compañeras. Quijotes, Sanchos, Teresas
y Dulcineas, que el destino y el azar pusieron en en mi andadura. Buenas
gentes, de sano humor, unos con raíces rurales que me recordaban el pasado y la
actualidad del momento; otros con tintes urbanos que parecían empujar al
futuro. Aunque entre la fuerza de arrastre y de empuje, iba siendo difícil
avanzar; somos lo que somos y no cambiamos de la noche a la mañana. Cada uno fue marcando su territorio, y por
las afinidades e interacciones con el resto,
nos fuimos rodeando de nuestro séquito. Hemos visto aquellos rostros de
adolescentes maduros que han ganado en saber estar, experiencia, que cuentan
con más tablas y dejan entrever el espíritu que albergamos de serie en nuestro
interior; la alegría, la timidez, el liderazgo...
39 años después ya nos encontramos cerca del borde del
precipicio. Unos cursos han pasado más despacio que otros, pero en conjunto ha
sido todo muy rápido. La escuela es el lugar donde realmente eres tú, a no ser
que tengas una vida paralela. Allí eres el profe o la profe; llegas por la mañana, con el colegio vacío y
hueles el aroma a goma de borrar y virutas
de sacapuntas, y cuando entran los
niños, aquello cobra vida con las
colonias de los repeinados y las trazas
de suavizante en la ropa. Allí te piden permiso para ir al aseo. Te
ruegan que pongas menos ejercicios. Eres el guardia de seguridad protector de
las injusticias del patio de recreo. Eres a la vez el juez de paz, el abogado y
el fiscal que deshace los entuertos en la mediación de los conflictos. Esperamos dejar huella en
nuestros alumnos y en nosotros también queda algo de aprendizaje, quizás serás
aquel maestro o maestra que se enteró hace cuatro días del apodo con el que
estaba bautizado y que recibe el cariño
de los buenos alumnos y de las madres sensatas, combinado con los reproches de
los que no te han comprendido o no les has dado en la tecla.
Pero de momento aquí estamos como si no hubiera transcurrido
el tiempo, recordando nuestras experiencias, anécdotas, disfrutando del momento
y preparados para el próximo encuentro
que espero, no se demore mucho
Sebastián Tolosa Cernicharo.
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