sábado, 9 de febrero de 2019

ENCUENTRO DE MAESTROS/AS PROMOCIÓN FILOLOGÍA 1980-83




ENCUENTRO DE MAESTROS/AS PROMOCIÓN FILOLOGÍA  1980-83

Vienen a mi mente los primeros días de los estudios de Magisterio. Cada uno traía la carga y el bagaje de su colegio e Instituto, el sabor del último puchero de su casa, los temores, las manías, la curiosidad, así como las ganas de conocer gente y de empaparse de cosas nuevas. Tuve la suerte de encontrar buenos compañeros y compañeras. Quijotes, Sanchos, Teresas y Dulcineas, que el destino y el azar pusieron en en mi andadura. Buenas gentes, de sano humor, unos con raíces rurales que me recordaban el pasado y la actualidad del momento; otros con tintes urbanos que parecían empujar al futuro. Aunque entre la fuerza de arrastre y de empuje, iba siendo difícil avanzar; somos lo que somos y no cambiamos de la noche a la mañana.  Cada uno fue marcando su territorio, y por las afinidades e interacciones con el resto,  nos fuimos rodeando de nuestro séquito. Hemos visto aquellos rostros de adolescentes maduros que han ganado en saber estar, experiencia, que cuentan con más tablas y dejan entrever el espíritu que albergamos de serie en nuestro interior; la alegría, la timidez, el liderazgo...
39 años después ya nos encontramos cerca del borde del precipicio. Unos cursos han pasado más despacio que otros, pero en conjunto ha sido todo muy rápido. La escuela es el lugar donde realmente eres tú, a no ser que tengas una vida paralela. Allí eres el profe o la profe;  llegas por la mañana, con el colegio vacío y hueles el aroma a goma de borrar  y virutas de sacapuntas,  y cuando entran los niños, aquello cobra vida  con las colonias de los repeinados y las trazas  de suavizante en la ropa. Allí te piden permiso para ir al aseo. Te ruegan que pongas menos ejercicios. Eres el guardia de seguridad protector de las injusticias del patio de recreo. Eres a la vez el juez de paz, el abogado y el fiscal que deshace los entuertos en la mediación de  los conflictos. Esperamos dejar huella en nuestros alumnos y en nosotros también queda algo de aprendizaje, quizás serás aquel maestro o maestra que se enteró hace cuatro días del apodo con el que estaba bautizado y que recibe  el cariño de los buenos alumnos y de las madres sensatas, combinado con los reproches de los que no te han comprendido o no les has dado en la tecla.
Pero de momento aquí estamos como si no hubiera transcurrido el tiempo, recordando nuestras experiencias, anécdotas, disfrutando del momento y preparados para el próximo  encuentro que espero, no se demore mucho
Sebastián Tolosa Cernicharo.

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