viernes, 31 de agosto de 2018

REFLEXIÓNES FIN DE ETAPA


Fin de etapa, 31 de agosto


Tras estos ajetreados días…; de carrera y desenfreno, de sesiones de baile y celebraciones, de encuentros y desencuentros, de actos religiosos, culturales y paganos, del gozo de las buenas compañías  o del soporte al “pelma” de turno, de opíparas comidas entre amigos y conocidos que rompen los esquemas más estrictos de cualquier régimen de adelgazamiento o de cura de salud; entramos en la rutina, tan ansiada por unos y tan denostada por otros.

Llega el fresco del norte, y el solano queda para la gota fría. Se barre el parque y se devuelve a los corrillos de niños y vecinos mondando pipas y comentando las últimas efemérides sociales de la aldea con la almendra y la uva como tema central. Se apagan de golpe los efímeros himnos coreados a pleno pulmón en las fiestas de juventud a base de litrona, fruto de un Carpe Diem vivido casi "a muerte". Vuelve la tranquilidad  de las esquinas vacías y en penumbra, para renacer y programar un nuevo ciclo, con la recarga de energía que cada cuerpo admita según las circunstancias.

Sebastián Tolosa Cernicharo




El DEPREDADOR CAZADO

El rey de la selva, el simpático, el dicharachero, el sabelotodo, el metomentodo, el bebedor, el trabajador incansable, el mentiroso, el replicante, el canalla, el trotaconventos, el reivindicativo, el empático, el indiscreto, el líder en definitiva, es ese individuo que está en todas partes y en ninguna, el que se esconde para esperar la presa, el que porta una idea en la cabeza y persiste hasta ponerla en práctica o estamparse.
Los depredadores de siempre siguen igual, justificando sus expediciones cotidianas en antros de cazadores y tertulias de campo, a base de chatos de vino y cacahuetes, disimulando el colesterol e intentando demostrar que ello es necesario para la supervivencia del negocio y  a la vez dejando muestras de los grandes avances en su sana vida. Los más caseros, pendientes de su trabajo cotidiano, almacenando riquezas, deudas o  propiedades. Los intermedios, buscando ocio y alguien con quien pasear, charlar… o tomar una caña o un café. Otros intentando sobrevivir y agarrándose al “carpe diem” con más  o menos responsabilidad. Y el resto, una mezcla de lo anterior.
Los líderes se han hecho pasotas; los que nunca han “pintado” nada, cogen las riendas; los amantes del deporte de zaping de sofá, que en su vida no se han movido ni para freírse un huevo, ahora corren maratones; los que eran uña y carne, ya no se pueden ni ver; los que se reprochaban cosas, comparten apartamento en la playa…  Nacen nuevas amistades dentro de esta red  y  surgen dependencias extrañas que sabe Dios donde acabarán. Pero ahí estamos. Pero la tendencia es a recular cada uno hacia su “parcela” y a seguir los hábitos como hasta ahora, a pesar de que evolucionamos y cambiamos en algo. Es así de natural. Somos seres de costumbres.

Un abrazo                  SEBASTIÁN TOLOSA CERNICHARO

UN AÑO MÁS Y JUNTANDO VARIOS
Cuando te crees de otro planeta, cuando te sientes extraño o que no eres de aquí, cuando piensas que algo no te gusta porque lo hacen todos y es fruto de la rutina cotidiana de la gente de un pueblo y lugar. Cuando miras de reojo al vecino porque se arranca a bailar ensimismado arrastrado por el ritmo en una verbena y te extrañas, porque tú eso no lo harías… Cuando  ves cómo se afana la gente en llenar el buche ante lo gratis y sientes pena ajena. Cuando ves los rostros de tus paisanos mayores y de otros no tan viejos, sintiendo la llamada fervorosa de pedir a una imagen religiosa la paz y el bienestar para él y los suyos. Cuando ves a la muchedumbre que procesiona con parsimonia por las calles al paso de una marcha cuchicheando y comparando con otras ocasiones. Entonces, te preguntas por tu DNI genético y cuestionas tu origen y  tu propio destino. Cuando observas los rostros de perfil de  personas que llevas viendo toda la vida y percibes cómo han evolucionado hacia la arruga, la mella y el pelo cano, y no te das cuenta de que vas con ellos metido en el mismo saco.
Semblantes que suenan en tu memoria; voces y timbres característicos de comerciantes, de maestros, de familiares… que te atendían desde la niñez; el vapor del pan recién sacado…; aromas florales procedentes de frascos de perfume pegajoso; vestimentas a base de telas eternas adornados con peinados clásicos; abanicos que lanzan el alcanfor de las ropas que recientemente han salido del armario; olores y sabores de guisos, conservas y pucheros; el  del polvo seco de la siega,  de la vinaza de la bodega o de la tierra mojada; tics faciales y andares peculiares; “dejes”  dialectales castizos de mescolanza manchega, aragonesa, andaluza y murciana. Todas estas sencillas cosas acuden a mí en esos álgidos momentos en que se congrega la multitud y al unísono aplaude el comienzo “forte” de las estrofas de un himno o vitorea a garganta abierta un icono religioso. En ese instante cuestionas por qué estás allí también, intentando participar desde el anonimato, sin ser consciente de que eres visible a los ojos observadores de los demás. Pero no te puedes quedar encerrado en tu guarida porque la vida pasa y te lo pierdes.

Sebastián Tolosa Cernicharo     Mayo de 2018


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